"CIELOSNEGROS" por Joselure
CIELOSNEGROS por Joselure
“Qué extraña escena describes y qué extraños prisioneros. Son iguales a nosotros.” República, Libro VII. Platón.
Cielosnegros es un lugar donde la vida se arrastra como en un hormiguero. Un paisaje abierto que la noche convierte en un interior que ahora descubro como propio. Un lugar al que acudo a fotografiar la tensión de un suceso que está por acontecer y al que sus habitantes parecen haberse habituado.
Plantado en la oscuridad de lo que a todas luces es un invierno en el corazón, siento la brisa gélida de la madrugada colarse por las bocamangas de mis ropas.
El flameo de una prenda abandonada, el saludo del maíz ahora verde luego crujiente, el chorreo apagado de la orina contra la tierra son los sonidos que acompañan al silencio absoluto de un cielo del que se esconden hasta las estrellas.
Hay un devenir incómodo tras los cruces de miradas que de tan insolentes las capturo francas y lo inerte cobra vida en un sembrado de preguntas yermas, los aromas ceden sitio a un vaho que quema y yo soy un intruso en la vida de esta gente que de tan ajena quiero y siento como propia.

Joselure
José Luís Revuelta Ibáñez (Bilbao, 1961) . En 1976 ya tenía mi propio laboratorio de revelado en casa. Toda mi vida he hecho fotografías. Mi pasión se transformó en una nueva forma de expresión cuando en 2013 me matriculé en el Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao (CFC Bilbao) donde conocí a mi mentor y amigo, el fotógrafo Ricky Dávila. Alberto García-Alíx, Eduardo Momeñe, Gonzalo Azumendi, Jorge Flores, Mikel Alonso, Pablo Juliá, Cristóbal Hara, Antón Goiri, Tiago Da Cruz, Juan Valbuena, José Ramón Bás, Nacho Gabrielli, Vicente Paredes, Ricardo Cases, José Manuel Navia, Antonio M. Xoubanova, Aleix Plademunt, David Jimenez, Lurdes Basolí, Chema Conesa, Peyo Álvarez… son algunos de los profesores que he tenido. También Vari Caramés, Carlos Canal, Jon Cazenave, Paco Gómez, Juanan Requena, Piko Zulueta, Ixone Sadaba, Juan Manuel Castro Prieto, Roger Guaus, Josu Venero, Imanol Marrodán, Jesús Mari Arruabarrena, Iñaki Izquierdo, Miguel Oriola…y tantos otros a los que debo tanto. En especial su generosidad, su paciencia y su cariño.

Galería Fotográfica del Proyecto «CIELOSNEGROS» por Joselure.
Entrelíneas con Javier Martín
Entrelíneas con Javier Martín
Defínete como fotógrafo y cómo y por qué eliges este género fotográfico.
Hace unos años habría dicho fotógrafo de calle sin dudarlo. Pero ahora pienso que alimentarse a base de jamón de bellota, está muy bien, pero un buen queso curado tampoco está mal. Así que escondiéndome detrás de una etiqueta lo único que consigo es poner barreras a mi mirada.
Sigo haciendo foto de calle, pero también hago fotografía documental, de arquitectura, fotoperiodismo… Menos de abejas con el fondo desenfocado y de pistilos y ríos con efecto seda (odio ese tipo de fotografía), fotografío cualquier cosa que llame mi atención. Así que voy a decir que soy un tío que hace fotos.

Una buena fotografía es… Hace que, en una exposición, te den ganas de empujar a la gente para abrirte paso hasta verla en todo su esplendor y sin nadie que te moleste.
La fotografía que se me escapó… Por suerte, no tengo mucha memoria y esto hace que el sentimiento de frustración que te invade al dejar escapar una foto dure sólo unos cuantos minutos. Supongo que es un don. Además, creo que no vale la pena lamentarse por dejar escapar una foto, estoy convencido que son más las fotos que no hacemos que las que hacemos. Es una putada que solamente tengamos dos ojos.
La mejor cámara para mi es… La que funciona. De verdad, creo que a la gente que se pasa el día analizando cámaras, discutiendo sobre cual es mejor o peor, sobre si esta tiene una función que la otra no tiene, a esa gente, a no ser que cobre por ello, no les gusta la fotografía. A esa gente le gustan los aparatos.
La mejor cámara para mí es el tiempo. Cuanto más tiempo pases haciendo fotos, viendo fotos de otros y observando lo que pasa a tu alrededor pensando en futuras fotos, mejores fotos harás.
En mi mochila llevo… Mi mochila la llevo repleta de sueños. Ahora en serio. Suelo llevar unas cuantas baterías y tarjetas de memoria, mi carnet de la UPIFC y un termo con agua fresquita.
Tu fotografía o proyecto favorito. A esta foto le tengo un cariño especial, aunque no sabría explicar porqué. Lo único que tengo claro es que es muy probable que acabe ocupando un lugar preferente en un proyecto que tengo en la cabeza desde hace tiempo y que, si la salud y sobre todo la cartera me lo permiten, algún día llevaré a cabo. Y no puedo contar mucho más porque no hay mucho más que contar.
La mejor cámara para mí es el tiempo. Cuanto más tiempo pases haciendo fotos, viendo fotos de otros y observando lo que pasa a tu alrededor pensando en futuras fotos, mejores fotos harás.

Enlaces de Javier Martín
Web de Javier Martín: http://javiermartinphoto.com
Flickr: https://www.flickr.com/photos/javiermartinphoto
"LEVANTE" Adrián Morillo
LEVANTE por Adrián Morillo
«Levante» es un proyecto fotográfico desarrollado durante 2014 y 2015 en el sureste de España. Un trabajo que recoge imágenes de áreas propiamente levantinas así como de territorios que son azotados ocasionalmente por el denominado viento de levante, una brisa famosa por su sequedad y su capacidad por alterar la conciencia de algunas personas.
Pero Levante, más allá de ser un mero registro de distintas áreas geográficas, es una excusa para preguntarme desde lo visual como siento y vivo mi tierra. Se trata de un trabajo desarrollado desde mi cotidianidad gracias a las facilidades que dan los smartphones para convertir la fotografía en un registro diario que nos ayuda a mirar y a mirarnos.

El crítico de arte Juan Jesús Torres escribió un pequeño texto a propósito de este trabajo a modo de epílogo, algo que creo que complementa muy bien el cuerpo de imágenes y que le da mayor cuerpo:
“Siempre piensa en irse y volver al mismo tiempo, ligero a la merced de un viento que reconoce y que lo agita y que por momentos le obsesiona. En realidad, nunca deja de estar yéndose.
La bandera necesita un mástil para no dejarse llevar por la ráfaga, para detenerla en su vuelo. Símbolos que parecen querer irse, colores frugales. El fotógrafo la mira hecha jirones desde un malecón azotado y recuerda que este, ese país, le punza, le incomoda, le agrieta la garganta, le áspera los sentidos.

Bebe del mar para refrescar sus órganos de una humedad milenaria. Hace un intento de levantarse, pero no lo consigue porque evoca que de su evasión han llegado sus raíces, de su soledad la reflexión, del exilio la imagen. Ha vuelto para descubrir un lugar cercano pero no aprehendido, virulento y henchido de autocomplacencia y tedio.
Profundidades y covachas, oscuridades de un país construido a la espalda de una fachada barroca, alardes de pueblo gazmoño y meapilas. Reino de iglesias, de vejestorios y mocosos, de beatos y capillitas, de santos y conjuros.
Saborea el salitre que porta el levante, es el sabor de la sentencia, del vituperio y del escarmiento.
España me duele, ¿y a quién no? replica el viento. Un rayo de sol, de ese sol, que rompe la cal de una pared repudiada que sirve de hoja de reclamación, rayos que escinden rincones, que apagan la existencia.
En el sur la vida surge de los lugares frescos como la joven que deja que su falda vuele por el levante, de las esquinas a salvo de la luz divina, la que todo alumbra y calienta. En el sur, sombras.
Un minero que reconoce la tierra como una puerta, el orificio de entrada a los acervos. Tierra. Baja del malecón y sus pies tocan un suelo que le da la bienvenida a la gravedad, la fuerza que todo debilita, que todo aprisiona.
Allí en ese negro hay rojos, allá, en ese blanco, cremas, y en aquel azul, púrpuras. El mundo toma color, como las mejillas de un borracho con la camisa desabrochada que lo mira desde la terraza de un bar. El mundo, matizado, es la calma tras la tempestad, son los resultados de un viento que deshace mentes.
Surca las calles y las catacumbas en el regocijo por la sabiduría descubierta en un texto descifrado, y sin saberlo, pasa a ser una nueva víctima como todo aquel que se atrevió a abrir la cripta.
Hacer imágenes a falta de intenciones porque de todos modos nadie entenderá lo que vio en el sibil”.

Adrián Morillo
Adrián Morillo (El Puerto de Santa María,1 986), actualmente reside y trabaja en Montreal. Es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Juan Carlos (2011), Máster en Investigación en Arte y Creación por la Universidad Complutense de Madrid (2012) y becado para el curso anual de fotografía Madphoto (2013).
Su trabajo ha sido publicado en medios como Vice, Ignat Magazine o Cus Photo. Originalmente trabajó desarrollando piezas audiovisuales y posteriormente comenzó a desarrollar trabajos fotográficos al encontrar en este medio mayor libertad para trabajar. El cuerpo de su trabajo siempre ha sido de corte documental, si bien en la forma ha ido mutando de un corte fotoperiodístico hacia una más marcada mirada de autor.
Enlaces
Facebook Adriñan Morillo: https://www.facebook.com/AdrianMorilloGonzalez
Instagram: https://www.instagram.com/adrianmorillo
Galería Fotográfica del Proyecto «LEVANTE» por Adrián Morillo.
Edward Hopper, el pintor que no sabía que era fotógrafo
Edward Hopper, el pintor que no sabía que era fotógrafo.
Reflexiones en QuitarFotos por Leire Etxazarra
El novelista británico Geoff Dyer dijo una vez que “podría considerarse a Edward Hopper como el fotógrafo americano más influyente del siglo XX, aunque realmente nunca sacara fotos”.
Edward Hopper (1882-1967) fue y es el gran maestro del realismo, y el pintor que más ha influido en muchos de los grandes fotógrafos de la historia: desde los clásicos Harry Callahan, Robert Frank, Walker Evans, Diane Arbus, Lee Friedlander o Stephen Shore, hasta los más actuales Gregory Crewdson o Gabriele Croppi.
Sus pinturas reflejan como pocas la cotidianeidad, una cotidianeidad sin artificios, cruda y desnuda, pero aderezada con grandes dosis de soledad y melancolía. Esto, en principio, no sería suficiente para diferenciarlo claramente de otros artistas pictóricos; la diferencia está en su magistral manejo de la luz y la importancia que da a la escenografía. Esto proporciona a su trabajo un aire especial y muy personal, una sensación de teatralidad que hace que al observarlo percibamos una huella a la que muchos somos especialmente sensibles: «la huella fotográfica». Hopper atrapa momentos cotidianos, los congela y los deja suspendidos en el tiempo, exactamente igual que lo hace un fotógrafo.
“Podría considerarse a Edward Hopper como el fotógrafo americano más influyente del siglo XX, aunque realmente nunca sacara fotos” – Geoff Dyer.

Curiosamente, Edward Hopper apenas mostró interés por la fotografía. De hecho, la probó y la desdeñó: “Me compré una cámara fotográfica para captar detalles arquitectónicos y cosas por el estilo, pero la foto era siempre tan distinta respecto a la perspectiva dada por el ojo, que desistí”, declaró en 1956.
Sin embargo, la huella y la influencia de este artista está presente en el trabajo y en la mirada de muchos de los fotógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Hopper influyó, por ejemplo, en los retratos de Diane Arbus (1923-1971), en esa especie de melancolía, abandono y soledad que se percibe en muchos de ellos.
El trabajo de William Eggleston (1939), un grande del color, es quizá, junto con el de Gregory Crewdson, uno de los más hopperianos. El color y el tipo de escenario de muchas de las fotos de Eggleston parecen salidos de la obra del pintor, tanto es así, que algunas fotografías bien podrían considerarse homenajes directos a Hopper.
La influencia en Gregory Crewdson (1962) salta a la vista por esa tendencia de ambos a la teatralización, por los cuidadísimos escenarios que utilizan y por esa sensación profunda de soledad y abandono que manifiestan las personas representadas. Crewdson ha sabido dotar a su fotografía de una estética marcadamente cinematográfica, sus imágenes parecen más escenas sacadas de una película que fotografías propiamente dichas. Esto también lo une a Hopper, ya que el neoyorquino es, precisamente, uno de los pintores que más ha influido en el séptimo arte. Directores como Hitchcock, Coppola o Wenders han caído rendidos ante la maestría de Hopper en el tratamiento de la luz y las líneas rectas, y sus contraposiciones entre espacios interiores y exteriores.
Directores como Hitchcock, Coppola o Wenders han caído rendidos ante la maestría de Hopper en el tratamiento de la luz y las líneas rectas, y sus contraposiciones entre espacios interiores y exteriores.
La fotografía de Joel Meyerowitz (1938), uno de los grandes del color y de la fotografía de calle, también refleja la influencia de Hopper. Quizá donde mejor se aprecie sea en su primer y más exitoso trabajo hasta el momento, ‘Cape Light’ (1978), una publicación que marcó un antes y un después en la fotografía en color. Son fotografías realizadas en Cape Cod, localidad que también pintó el propio Hopper.
En este sentido, parece lógico que las imágenes de ambos se parezcan, al fin y al cabo están representando el mismo espacio físico, sin embargo, los planos y la construcción en sí de la imagen muestran un mismo estilo, una misma mirada.
Otro ejemplo, radicalmente diferente, de la influencia de Edward Hopper en la fotografía es el del italiano Gabriele Croppi (1974), joven heredero del más puro estilo Metzker. La ciudad de Hopper y la de Croppi es una ciudad de grandes espacios semivacios, una ciudad solitaria, congelada en el tiempo, en la que la presencia humana se limita a una figura diminuta a la que muchas veces hay que buscar, ya que está perdida en ese inmenso marco de volúmenes, luces y sombras.
Obviamente, la obra de Hopper es pintura pura y dura, no fotografía, pero es indudable que sus imágenes parecen “hechas” a través de una cámara; y que su mirada, o su ojo, es una mirada claramente fotográfica.
Nadie puede negar que las pinturas realistas de Hopper van más allá de la pura representación de la realidad, trascienden la esfera descriptiva. Hopper sugiere desde el primer golpe de vista, sugiere sensaciones, sugiere presencias y, sobre todo, sugiere ausencias. ¿Y qué es una buena fotografía sino aquella que acierta a sugerir, a pararnos a mirarla, analizarla y pensarla? Por éso no es descabellado decir que el artista norteamericano fue, como dicen algunos, un pintor que no sabía que era fotógrafo, un alma fotográfica que encontró su expresión a través del pincel, y no de la cámara.
La obra de Hopper es pintura pura y dura, no fotografía, pero es indudable que sus imágenes parecen “hechas” a través de una cámara; y que su mirada, o su ojo, es una mirada claramente fotográfica.










Entrelíneas con Guille Ibáñez
Entrelíneas con Guille Ibáñez
Defínete como fotógrafo y cómo y por qué eliges este género fotográfico.
Empecé en la fotografía hace relativamente poco tiempo, unos tres años. Tras mucha experimentación (y chapuzas visuales de todo tipo), comencé a sentir la llamada de la calle de una forma poderosa, excitante. Mientras experimentaba, descubría otra gente (y colectivos) que hacían fotos en la calle y también empezaba a comprar libros de maestros como Gruyaert, Webb, Hara, Rodero, etc…
Un momento crucial fue cuando me topé con la web de un fotógrafo polaco llamado Maciej (Magic) Dakowicz que organizaba workshops en el Sureste Asiático. Fui con Maciej y otros a Myanmar (Birmania) un par de veces y estas experiencias transformaron radicalmente la forma que tenía de mirar las cosas y mis propios alrededores. Especialmente después de la segunda visita, volví a casa con un ansia fotográfica que me empezó a empujar hacia otro tipo de ‘proyectos’ más ambiciosos. Desde entonces es un no parar de viajes y fotos que poco a poco me hacen evolucionar hacia un estilo más documental que intenta decir cosas a través de fotografías que hablan las unas con las otras. Supongo que mi formación como cineasta juega un papel importante en la dirección a la que me quiero dirigir como fotógrafo.

Unh buena fotografía es… la que hace preguntas y no las responde.
La fotografía que se me escapó… muchas. Si no tomé ninguna foto de la escena en cuestión entonces se olvida y ya está, pero si da la casualidad de que has fotografiado la escena y por una u otra razón no has conseguido la imagen perfecta, entonces es peor porque las otras fotos son prueba viva del fallo y están ahí para torturarte de por vida, jejeje.
La mejor cámara para mi es… la que me hace la vida fácil y me da la libertad necesaria para fotografiar en cualquier momento y durante largas horas, en este caso para mí son las Fujifilm (específicamente XT-1/XT-2).
En mi mochila llevo… aparte de la cámara, baterías, etc.. una botella de agua y un cuadernillo para apuntar cualquier tontería que se me ocurra mientras estoy haciendo fotos.
Tu fotografía o proyecto favorito. Tengo varias fotografías favoritas pero esta la he elegido porque ilustra bastante bien mi proyecto favorito, «Tierra Santa» (Holy Land). Como emigrante establecido fuera de su país durante mucho tiempo (cerca de 15 años), hace un par de años empecé a hacer viajes a lo largo y ancho de España para fotografiar fiestas, pueblos, ciudades y gente como una forma de reconectar con mi pasado, restablecer vínculos y quizás encontrar respuestas a preguntas como: ¿Qué queda de mi tierra en mí después de todo este tiempo? Lo que llevo encontrado hasta ahora es un país lleno de contrastes, tan brutal como encantador, tosco y tierno pero siempre siempre, excesivo. Un país muy dual, como yo.

Enlaces de Guille Ibañez
Web de Guille Ibañez: http://www.guilleibanez.com/
Flickr: https://www.flickr.com/photos/vivalazoom/
Instagram: instagram.com/guilleibanez_photo
Twitter: https://twitter.com/guille_la_zoom
Juanjo Pérez Monclús "PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE"
PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE
por Juanjo Pérez Monclús
Estas fotografías documentan la normalización de la violencia en El Salvador. Un país que ha registrado más de 20.000 asesinatos durante los últimos cinco años como consecuencia del fenómeno de pandillas. Solamente durante 2016, El Salvador registró una tasa diaria de 14 asesinatos. Las pandillas han reestructurado la forma en que viven los salvadoreños: el estrés está por todas partes. Puede ser percibido por la imagen de alambre de espino alrededor de los tejados de las casas, las cerraduras en todas las puertas, las medidas de precaución que todos tienen tomar antes de salir de tu casa o tomar el autobús y, sobre todo, por todos los guardias armados fuera de cada tienda. No puedes caminar más de media milla sin ver una arma de fuego.
Solamente durante 2016, El Salvador registró una tasa diaria de 14 asesinatos. Las pandillas han reestructurado la forma en que viven los salvadoreños: el estrés está por todas partes.

Según un informe publicado en 2013 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hay cerca de 600.000 armas de fuego en El Salvador, 120.000 pertenecen a policías y militares, más de 200.000 están en manos de civiles y el resto tiene un estatus ilegal posesión.
Hoy, años después de la guerra civil de los años 80, la sociedad salvadoreña se enfrenta a una realidad diferente, pero también cruel. La mayoría de las víctimas de esta guerra no declarada son los jóvenes; aquellos adolescentes que viven en las zonas más conflictivas de El Salvador y se niegan a entrar en la pandilla pero siguen siendo sospechosos a los ojos de la policía.

«Según un informe publicado en 2013 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hay cerca de 600.000 armas de fuego en El Salvador»
Dentro de esta guerra, la población civil es siempre la más afectada. Entre ellos, una nueva forma de combatir la violencia ha surgido: «los grupos de autodefensa». No hay muchos de ellos, y todavía trabajan encubiertos, ya que saben que están tomando acciones ilegales, sin embargo, un grupo de ellos accedió a hablar durante la realización de este reportaje.

Ellos sostienen que el gobierno no está haciendo lo necesario para erradicar todos los asesinatos causados por la pandillas. Hay muchas opiniones sobre este tipo de acciones, pero pueden resumirse en dos: a favor o en contra. Hay una gran cantidad de civiles que aprueban y ven una solución al conflicto sobre el asesinato de pandilleros, pero también hay mucha gente que piensa que violencia genera violencia. El hecho es que, por ahora, no pueden escapar de la realidad que tienen que enfrentar cada día.
Texto del proyecto por Claudia Zaldaña Alvarado
Juanjo Pérez Monclús
Juanjo Pérez (1987 España) es un fotoperiodista internacional afincado en Cataluña, comprometido a documentar temas de denuncia social y derechos humanos.
Empezó estudiando imagen en la escuela ITES de Barcelona durante cuatro años, a posterior estudio el máster de fotoperiodismo en el centro IEFC de Barcelona durante un año y finalizó sus estudios de fotoperiodismo en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona).
Enlaces
Web personal Juanjo Pérez Monclús: www.juanjoperezmonclus.com
Instagram: www.instagram.com/juanjopmfoto
Galería Fotográfica del Proyecto «PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE» por Juanjo Pérez Monclús.
Taller de Fotografía en San Sebastián · QuitarFotos
Taller de Fotografía Urbana
en San Sebastián
Taller de Fotografía de QuitarFotos organizado por Sociedad Fotográfica de Gipuzkoa
Durante los días 26, 27, 28 de mayo, los fotógrafos de QuitarFotos, Alberte Pereira y Marcelo Caballero impartirán un taller intensivo de fotografía urbana en San Sebastián.

Organizado por la Sociedad Fotográfica de Gipuzkoa, el taller se divide en tres componentes igualmente importantes. La charla teórica, las prácticas en espacios públicos y el orientado al trabajo de visionado, valoración y comentarios de los trabajos. El workshop se desarrollará en 5 sesiones obligatorias y 1 sesión optativa.

En este sentido, la charla teórica del viernes 26 de mayo, será abierta al público y comenzará a las 20,00 hrs. en la espléndida sala de actos de la Sociedad Fotográfica, ubicada en la calle San Juan 27 de la ciudad.
Alberte Pereira hablará sobre “Cómo afrontar trabajos en el espacio urbano”; y Marcelo Caballero charlará sobre “Cómo resolver un problema visual”.

Plazo de inscripción: 10 de mayo de 2017
Socios: 100 € | No Socios: 150 €
Deben dirigirse a sfg@sfg-ss.com o al teléfono: 943 421 386.
Programa del Taller de Fotografía
El taller se divide en tres componentes igualmente importantes. La charla teórica, las prácticas en espacios públicos y el orientado al trabajo de visionado, valoración y comentarios de los trabajos. El workshop se desarrollará en 5 sesiones obligatorias y 1 sesión optativa.
Pueden descargar toda la información concerniente al taller, cronograma y bios de los profesores en el siguiente enlace: | QuitarFotos-taller2017c-programa-Donosti
¡Muchas gracias!
Tras las huellas de un fotógrafo checo
Tras las huellas
de un fotógrafo checo
Reflexiones en Quitar Fotos por Jordi Simón
No hay duda,que la escuela checa siempre ha dado buenos fotógrafos documentalistas. Me vienen a la cabeza; Josef Sudek, Vladimir Birgus, Josef Koudelka… entre muchos otros. Pero no hace muchos días revisando la página web de Paris Photo destacaba un fotógrafo de ese país que no conocía e inmediatamente me puse a investigarlo.
Viktor Kolar nace en la ciudad de Ostrava en el noreste de la República Checa. Su padre era fotógrafo y tenía un estudio fotográfico donde su hijo se familiarizó, desde pequeño, con la fotografía. Sus primeras imágenes son de su ciudad natal, una ciudad industrial y gris. Este trabajo pasa a ser uno de los más importantes de su carrera y con su publicación será el libro más conocido: “Ostrava” (2011).

Analizando sus imágenes me llama la atención la forma en que aísla al sujeto emocionalmente, en lugares en que aparentemente no pasa nada. Situaciones cotidianas y siempre buscando el componente poético. “Creo que en primer lugar me he buscado a mí mismo. Porque no se trata de fotografiar gente extraña, ni tipos escogidos. Yo realmente me proyecto en la gente y busco mi vida en sus vidas. Estamos atados a la vida de los demás y no podemos romper nunca este lazo con ellos” Comenta Kolar.

Al mirar sus fotografías las relaciono con imágenes de Birgus o Vaclát Podestát creadores visuales checos influenciados por la escuela de fotografía de Silesia, donde se buscaba una fotografía más estética.
“Creo que en primer lugar me he buscado a mí mismo. Porque no se trata de fotografiar gente extraña, ni tipos escogidos. Yo realmente me proyecto en la gente y busco mi vida en sus vidas. Estamos atados a la vida de los demás y no podemos romper nunca este lazo con ellos” Comenta Kolar.


Kolar pasó momentos duros, y como muchos de sus colegas tuvo que exiliarse a Estados Unidos y Canadá. En el exilio, durante los primeros años, también la pasó mal, los editores rechazaban sus trabajos por ser fotografías muy “personales”.A pesar de ello, dentro de los aspectos formales de su composición, tengo la clara sensación que su mirada evolucionó bastante entre su primer periodo y la etapa americana. Revisando las fotografías de su libro “Canada 1968-73” (2013), Kolar utiliza composiciones muy en boga en la fotografía de calle actual: uso de diferentes planos a través de los sujetos o incluso interesantes yuxtaposiciones utilizando los cristales de tiendas o coches.



Actualmente Kolar compagina la fotografía con la docencia como profesor de Fotografía en la facultad de cine de Praga. Sin duda uno de los fotógrafos más singulares e importantes de la fotografía documental Checa contemporánea.
Video de su libro “Viktor Kolar” 2002
Entrelíneas con Oriol Llauradó
Entrelíneas con Oriol Llauradó
Defínete como fotógrafo y cómo y por qué eliges este género fotográfico.
Elegí este género de forma casual pero que me di cuenta más adelante que era una forma de expresión que me permitía contar historias.
Empecé retratando a mi hermana y al perro de la casa. Disfrutaba con la capacidad de congelar el movimiento. Después me di cuenta que lo que me fascinaba realmente era la capacidad de poder comunicar ideas y, que por una extraña razón, el ser humano era el foco de atención. La soledad, la mirada interior, el anonimato son aspectos que se repiten en mis proyectos.
En definitiva, es un medio que me permite expresarme y interactuar con el entorno. Son esos momento en los que me siento plenamente “conectado” en el sentido más amplio de la palabra.

Un buena fotografía es… la que expresa algo de tu interior y que en parte te define. Para mi tiene mucho ver con la honestidad.
La fotografía que se me escapó… forma parte de un extenso grupo de fotografías que en parte forman parte del grupo de imágenes que si pudiste hacer.
La mejor cámara para mi es… para mi es el ojo del fotógrafo, su mirada. Y el tipo de cámara, ha de ser el mejor aliado.
En mi mochila llevo… lo menos posible.
Tu fotografía o proyecto favorito. Es el proyecto actual es quizás el que actualmente resume muy bien mis principales inquietudes artísticas.
Más que un proyecto concreto, «Aylaik» comenzó como un simple ejercicio de observación. Me detenía a contemplar a las personas en las calles de mi ciudad: sus costumbres, sus movimientos, sus pensamientos que parecía que fuesen dentro, sus introspecciones, sus dudas… Simplemente lo observaba desde fuera como un ciudadano más, hasta que un día, —no sé si de manera intuitiva, no sé si de manera racional— me di cuenta que tenía mucho valor aquel material y decidí registrarlo.

Aunque estoy seguro de no haber sido la primera persona en advertirlo, con naturalidad lo hice. Ya había comenzado hace bastante tiempo en el mundo de las fotografía en campos muy diferentes, pero siempre ese ángulo de objetividad que da la cámara me permitía adentrarme en las cosas y las personas de una manera muy particular. Noté que el hecho de «fotografiar» como dijo un célebre artista es «ver el mundo en fotografía».
Pensé que era importante servirme del medio que conocía para obtener el registro, porque a fin de cuentas lo que perseguía casi compulsivamente era el registro de esas observaciones. En ese momento se planteó un primer problema técnico: ¿Cómo conseguirlo? ¿Cómo hacer que mis «modelos» se siguieran comportando de la misma manera? El teleobjetivo no era la respuesta, nunca lo fue.
Robert Cappa decía que si querías que tus fotografías fuesen mejores debías acercarte. Y se refería, evidentemente al alma, no al cuerpo.
Yo estaba seguro que en mi estudio no podría conseguirlo, ni podía pedirles que posaran para mí, habría echado por los suelos su frescura y espontaneidad. Perder estos valores hubiese significado renunciar a la fuerza que hace que una imagen sea creíble y por tanto hermosa en su natural condición. De esa manera tomé mi segunda decisión: comenzar un trabajo analítico y al mismo tiempo una aventura casi de cacería con el propósito de obtener directa o indirectamente las imágenes que veían mis ojos y que se escapaban como alondras de mi lente atenta. He recorrido mi ciudad de punta a punta, he rastreado sus calles, sus rincones, sus luces y penumbras para encontrar la poesía necesaria. Con infinita paciencia he aguardado en esquinas en las que tan sólo un rayo de luz diagonal cruzaba el escenario escogido, para ver en fracción de segundos el desarrollo de la más impresionante secuencia de cuerpos anónimos iluminados milagrosamente por la ley de la fugacidad, para perderse como si fuesen devorados, por esa vasta grandeza que es la noche de las sombras. Mis «modelos» en su obligada naturalidad se mostraban al ojo de la lente por fracciones de segundo queriendo desvelar su belleza en pequeñas dosis, impulsando el rigor de ser atrapados gracias a mi astucia y a la magia de un ojo atento. Accidente y control. Muchos de estos retratos han ido a parar a los archivos fotográficos sin apenas ser revisados, al reposo que el tiempo les confiere. Un día tras otro he ido repasándolos para pedirles —ya en la pausa— que me enseñen su verdad y es cierto que muchos de ellos contienen el milagro, son sin lugar a dudas «la voz del registro» porque poseen en sí mismos la esencia de la idea de introspección que necesito. Mi sustancia deseada.

Clasifiqué las imágenes en su rango poético (dura tarea). No estoy en condiciones de explicar el por qué de sus diferencias, ni siquiera podría hacer que mi intención premeditada consiguiera darles su valor. Brotan espontáneamente sin más. En una actitud casi de voyeur he podido hacer un recuento de actitudes, un acercamiento alma a alma, una inmiscuición a los interiores como si de una pesquisa policial se tratara. Un trabajo de disección ocular, de taxidermia, de búsqueda desenfrenada por hallar la sosegada condición de cada «ser» urbano con el que me crucé bajo su ropa, tras su piel… sin otra pretensión que la de suscitar la curiosidad propia y la del espectador —y/o su participación consciente—para hacer visible lo invisible. Pensé indudablemente en los límites de la fotografía y comprendí su vana pretensión.
Porque nuestro propio mundo, aquel que pensamos tan nuestro, tan único, es tan solo parte de una trama, como las calles de una ciudad infinita.
Enlaces con Oriol Llauradó
Web de Oriol Llauradó: llauradooriol.wixsite.com/oriolll
Facebook: https://www.facebook.com/oriol.llauradoballesta
Instagram: https://www.instagram.com/oriolllaurado
Álvaro Escobar - ALONE
ALONE por Álvaro Escobar
Super migraciones, demoliciones, construcción… Todo esto tiene lugar diariamente en China, cambiando el paisaje en una rápida declaración de urbanización, la vida urbana se ha vuelto sofocante.
Las grandes metrópolis se han convertido en agujeros negros que han succionado todo, dando a luz una amalgama de ladrillos y metal irreconocible que deja al individuo en un estado de desconcierto y alienación.
En los últimos años las ciudades chinas han empezado a anhelar títulos como “metrópolis global”, “centro financiero global”, “centro de transporte global”, “ciudad industrial de fama internacional”, “sede empresarial internacional”,… y todas han perdido su identidad, convirtiéndose en ciudades fabricadas en serie de idéntica apariencia.
La migración ha derrumbado lo antiguo para construir lo nuevo: metro, tren de alta velocidad, rascacielos,… Las ciudades chinas tienen los rascacielos más altos, más grandes y con las instalaciones más caras y modernas que una ciudad puede ofrecer, llevando a cabo una especie de revolución cultural que ha creado una carrera a vida o muerte por la adaptación al nuevo entorno y en la que muchos no salen victoriosos.
Esta es la nueva China: moderna, radiante y orgullosa pero sobre todo feroz, competitiva y desconcertante.
El ser humano se ha convertido en mero elemento decorativo del nuevo escenario, un elemento reemplazable y sin valor que deambula perdido como un extra más.

Álvaro Escobar Ruano
Álvaro Escobar Ruano nació en Sevilla en 1981. Estudió fotografía en la Escuela de Arte de Sevilla. Su acercamiento al mundo de la fotografía surge como consecuencia de la actividad que ha colmado la segunda mitad de su vida: viajar. Como consecuencia de los innumerables viajes a tierras exóticas tanto al este como al oeste de su lugar de nacimiento, surge la necesidad de dejar constancia de lo que sus afortunados ojos presencian y que apenas cobran importancia al ser expresados con palabras.
Tras vivir en Inglaterra, Irlanda y Australia comienza a viajar por tierras asiáticas y sudamericanas, quedando fascinado y sediento. Pero no es hasta que visita China que no hay un cambio drástico en la forma de afrontar un viaje, la fotografía ya no es una consecuencia, es la razón de ese viaje. Dicen que si vives en China es muy difícil escribir ciencia ficción, ya que es casi imposible imaginar algo que supere los que tus ojos ven a diario. Ese primer contacto lo llevó a pasar más de dos años en ese inhóspito país, cada paseo era una expedición a lo desconocido, una entrada en el “Realismo Mágico” chino. Su trabajo muestra una evolución a medida que las barreras lingüísticas disminuyen, su nivel cultural sobre la literatura, política e historia del país aumenta, y toma un color crítico ante la absurdidad que impera en el país. En su obra destaca la alienación del personaje ante el vertiginoso cambio del país y la alusión a problemáticas de índole política.
Su obra ha sido expuesta en Galerías como “CAAC, Centro de Andaluz de Arte Contemporáneo” (Sevilla), “Meca Mediterráneo» (Almería) entre otras; en revistas digitales de arte como “La Raya Verde» y “Prism Photo Magazine»; y en páginas internacionales de fotografía como “Feature Shot”, “Ignant», “Cool Catch», “Urban Shit»…
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