Donde aparentemente no pasa nada
Reflexiones en QuitarFotos por Marcelo Caballero
Siempre me han gustado esos lugares donde “aparentemente” no pasa nada, no ocurre nada. Espacios ajenos al ajetreo mundano, donde normalmente la gente no posa la mirada. Lugares que uno jamás recordaría haber pasado ni siquiera a través de una imagen.
Lugares en donde, quizás, algún ser anónimo depositó alguna vez sus ilusiones, donde masculló sus problemas existenciales en esa rutina diaria que nos toca vivir. Lugares donde han pasado tangencialmente algunas historias como si se tratara de la estela de un cometa o de su leyenda.

Siempre que puedo, en mis deambulaciones callejeras con mi cámara, me quedo un rato, observando inmóvil, aquellos escaparates desiertos. Y me imagino la película del ajetreo diario comercial de gente y más gente, anécdotas vitales secuestradas por el tiempo y el olvido.
Lugares que me transmiten la ausencia de actividad o de cosas. Ecos de un paraíso perdido. Y allí radica, desde mi punto de vista, el encanto decadente del lugar donde supuestamente no ocurre nada.

Varios prestigiosos cineastas contemporáneos como David Lynch, Lars Von Triers o Wim Wenders coquetearon con el tema y utilizaron el recurso de esos “lugares de silencio” como entornos o fondos para varias escenas de sus films.
Espacios diferentes de los “no lugares” como los denomina Marc Augé. Para el antropólogo francés los “no lugares” se encuentran en lugares de tránsito como aeropuertos, estaciones de trenes o buses.

En cambio, en esos espacios en donde abunda el silencio; lo que está oculto o lo que no se ve, llama poderosamente la atención. Para Edward Hopper “esos lugares donde no ocurre nada” eran una fuente inagotable de imaginación; en la época que Estados Unidos entraba en la fase de gran industrialización. El gran pintor americano se centró, en sus pinturas, en la estética del silencio como crítica social y para transgredir “el sueño americano”; y es allí donde radicó su revolución pictórica.
“Los espacios pintados por Hopper hablan de limitaciones y tensiones, y convierten el silencio, en gestos de los cuadros mismos” señala Rolf Günter Renner, un especialista de su obra. De alguna manera, ilustra el lado gótico del espíritu americano: vacía, sola y vasta.

“ A mucha gente le gusta Hopper por sus narrativas implícitas, la sugerencia de una historia sobre la persona sola en una habitación, pero no es de particular interés para mi. – señala Stephen Shore a NewYork Times – Lo que me parece más interesante es la forma en cómo utiliza la luz para definir la masa y los espacios de los edificios”.

Estos lugares de silencio crean intersticios visuales que no pueden describirse y revelan, a mi entender, espacios de tensión, latentes, donde la luz crea una falsa impresión de tranquilidad que ha de entenderse como una singular reacción a la realidad social.

Precisamente, una de las cosas que más me gusta de este tipo de fotografía urbana es eso, ir vagando por las calles y dejarse sorprender. Es increíble la cantidad de secretos que esconden las ciudades y muchas veces, no parece estar pasando nada, pero si prestamos atención, nos podemos llegar a sorprender.