Fotógrafos coloristas y pintura
Reflexiones en QuitarFotos por Marcelo Caballero
Muchos fotógrafos que admiro utilizaron el color como una elemento vital de composición más allá de un mero complemento estético. En ese contexto, la pintura les sirvió como un faro de organización, orientación e inspiración para resolver algunos problemas visuales y generar potencia visual a una imagen a color.

Me gustaría nombrar, en primer lugar, a Saul Leiter que encontró en las pinturas impresionistas de Edgar Degas una fuente de inspiración constante. Le cautivó la forma que plasmaba la luz y el color y fundamentalmente el enfoque sofisticado y la atmósfera casual de sus pinturas.
Muchos fotógrafos que admiro utilizaron el color como una elemento vital de composición más allá de un mero complemento estético. En ese contexto, la pintura les sirvió como un faro de organización, orientación e inspiración para resolver algunos problemas visuales y generar potencia visual a una imagen a color.

También Ragubhir Singh encontró un camino fértil de exploración visual en las pinturas de Degas. Al fotógrafo colorista indio le cautivó desde un principio, los cortes de personajes y formas en los bordes de los cuadros: algo que sugiere la vida que ocurre fuera y dentro de los marcos.

En esos desórdenes de formas diseccionadas en los bordes, Singh encontró una forma de organizar su propio trabajo visual. En ese sentido, los elementos periféricos, los rincones y especialmente las formas cortadas cobraron un gran protagonismo en sus fotografías.
Todo ello transmite mucho dinamismo, vitalidad y emerge con frescura el valor de los momentos de deriva que tanto nos gusta encontrar en la cotidianeidad de las calles.

A Harry Gruyaert, las pinturas de Pierre Bonnard le dieron una pista concreta para salir de las líneas de fuga, de las diagonales y de las simetrías. Bonnard, en sus cuadros, utilizaba tonos cálidos en primer plano con fríos de fondo o viceversa para alterar la percepción de las distancias y ofrecer profundidad de campo.

”Yo había entendido – señala Bonnard en una carta a un amigo – que el color podía expresar todas las cosas sin necesidad de relieve ni de modelados. Me pareció que era posible traducir luz, formas y carácter a través exclusivamente del color, sin recurrir a las relaciones de contraste”

Por otra parte, Harry Callahan se maravilló con «The Street» (1933) de Balthus. Una obra que le transmitió una extraña sensación de casualidad y aleatoriedad en los personajes. Para lograr esa sensación se replanteó abrir más plano en sus fotografías de calle y comenzó a utilizar objetivos con distancias focales de 28 a 24 mm.

Y también tomó un posicionamiento más distante de la gente. Para organizar la composición más idónea y transmitir, como en muchos de sus trabajos a color, esa sensación de gente como “perdida en sus pensamientos”. Y así recrear, de algún modo, esa atmósfera de “privacidad pública” y aleatoriedad del cuadro de Balthus. Y también de ensueño, de escenas cotidianas como suspendidas en el tiempo.
