Edward Hopper, el pintor que no sabía que era fotógrafo.
Reflexiones en QuitarFotos por Leire Etxazarra
El novelista británico Geoff Dyer dijo una vez que “podría considerarse a Edward Hopper como el fotógrafo americano más influyente del siglo XX, aunque realmente nunca sacara fotos”.
Edward Hopper (1882-1967) fue y es el gran maestro del realismo, y el pintor que más ha influido en muchos de los grandes fotógrafos de la historia: desde los clásicos Harry Callahan, Robert Frank, Walker Evans, Diane Arbus, Lee Friedlander o Stephen Shore, hasta los más actuales Gregory Crewdson o Gabriele Croppi.
Sus pinturas reflejan como pocas la cotidianeidad, una cotidianeidad sin artificios, cruda y desnuda, pero aderezada con grandes dosis de soledad y melancolía. Esto, en principio, no sería suficiente para diferenciarlo claramente de otros artistas pictóricos; la diferencia está en su magistral manejo de la luz y la importancia que da a la escenografía. Esto proporciona a su trabajo un aire especial y muy personal, una sensación de teatralidad que hace que al observarlo percibamos una huella a la que muchos somos especialmente sensibles: «la huella fotográfica». Hopper atrapa momentos cotidianos, los congela y los deja suspendidos en el tiempo, exactamente igual que lo hace un fotógrafo.
“Podría considerarse a Edward Hopper como el fotógrafo americano más influyente del siglo XX, aunque realmente nunca sacara fotos” – Geoff Dyer.

Curiosamente, Edward Hopper apenas mostró interés por la fotografía. De hecho, la probó y la desdeñó: “Me compré una cámara fotográfica para captar detalles arquitectónicos y cosas por el estilo, pero la foto era siempre tan distinta respecto a la perspectiva dada por el ojo, que desistí”, declaró en 1956.
Sin embargo, la huella y la influencia de este artista está presente en el trabajo y en la mirada de muchos de los fotógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Hopper influyó, por ejemplo, en los retratos de Diane Arbus (1923-1971), en esa especie de melancolía, abandono y soledad que se percibe en muchos de ellos.


El trabajo de William Eggleston (1939), un grande del color, es quizá, junto con el de Gregory Crewdson, uno de los más hopperianos. El color y el tipo de escenario de muchas de las fotos de Eggleston parecen salidos de la obra del pintor, tanto es así, que algunas fotografías bien podrían considerarse homenajes directos a Hopper.


La influencia en Gregory Crewdson (1962) salta a la vista por esa tendencia de ambos a la teatralización, por los cuidadísimos escenarios que utilizan y por esa sensación profunda de soledad y abandono que manifiestan las personas representadas. Crewdson ha sabido dotar a su fotografía de una estética marcadamente cinematográfica, sus imágenes parecen más escenas sacadas de una película que fotografías propiamente dichas. Esto también lo une a Hopper, ya que el neoyorquino es, precisamente, uno de los pintores que más ha influido en el séptimo arte. Directores como Hitchcock, Coppola o Wenders han caído rendidos ante la maestría de Hopper en el tratamiento de la luz y las líneas rectas, y sus contraposiciones entre espacios interiores y exteriores.
Directores como Hitchcock, Coppola o Wenders han caído rendidos ante la maestría de Hopper en el tratamiento de la luz y las líneas rectas, y sus contraposiciones entre espacios interiores y exteriores.


La fotografía de Joel Meyerowitz (1938), uno de los grandes del color y de la fotografía de calle, también refleja la influencia de Hopper. Quizá donde mejor se aprecie sea en su primer y más exitoso trabajo hasta el momento, ‘Cape Light’ (1978), una publicación que marcó un antes y un después en la fotografía en color. Son fotografías realizadas en Cape Cod, localidad que también pintó el propio Hopper.
En este sentido, parece lógico que las imágenes de ambos se parezcan, al fin y al cabo están representando el mismo espacio físico, sin embargo, los planos y la construcción en sí de la imagen muestran un mismo estilo, una misma mirada.


Otro ejemplo, radicalmente diferente, de la influencia de Edward Hopper en la fotografía es el del italiano Gabriele Croppi (1974), joven heredero del más puro estilo Metzker. La ciudad de Hopper y la de Croppi es una ciudad de grandes espacios semivacios, una ciudad solitaria, congelada en el tiempo, en la que la presencia humana se limita a una figura diminuta a la que muchas veces hay que buscar, ya que está perdida en ese inmenso marco de volúmenes, luces y sombras.


Obviamente, la obra de Hopper es pintura pura y dura, no fotografía, pero es indudable que sus imágenes parecen “hechas” a través de una cámara; y que su mirada, o su ojo, es una mirada claramente fotográfica.
Nadie puede negar que las pinturas realistas de Hopper van más allá de la pura representación de la realidad, trascienden la esfera descriptiva. Hopper sugiere desde el primer golpe de vista, sugiere sensaciones, sugiere presencias y, sobre todo, sugiere ausencias. ¿Y qué es una buena fotografía sino aquella que acierta a sugerir, a pararnos a mirarla, analizarla y pensarla? Por éso no es descabellado decir que el artista norteamericano fue, como dicen algunos, un pintor que no sabía que era fotógrafo, un alma fotográfica que encontró su expresión a través del pincel, y no de la cámara.
La obra de Hopper es pintura pura y dura, no fotografía, pero es indudable que sus imágenes parecen “hechas” a través de una cámara; y que su mirada, o su ojo, es una mirada claramente fotográfica.
Curioso este caso y el de Saul Leiter. Por un lado, tenemos a Edward que siendo pintor crea imágenes como un fotógrafo y, por otro, a Saul que siendo fotógrafo crea imágenes como un pintor (aunque en este caso también pintaba). En fin, que tenemos casos que nos demuestran una y otra vez que estas dos disciplinas artísticas son hermanas.
Buen post, Leire.
Gracias, Diego! Y muy buen apunte el tuyo, sí señor.
Me ha gustado mucho el artículo por que es de mi interés ta que trabajo en un escrito que se relaciona lateralmente con Edwar Hopper. Leire Etxazarra si lees esto me gustaría saber si existe una forma de contactarme contigo, mi correo es efrainuseche10@gmail.com. Gracias.
Me parece e que en los cuadros de Hooper el pintor está situado siempre allí donde estaría alguien que participa de la escena
Muy ameno e interesante artículGracias
Exacto, Samu! Coincido contigo. Hopper consigue así que todos los que miramos (y admiramos) sus cuadros nos sintamos dentro de la escena. Es una de las cosas que hacen que sus cuadros sean especiales, les da ese pequeño toque mágico que te engancha. Creo que lo mismo sucede con las fotos. Si consigues que quien las mira se sienta dentro de la escena tienes mucho ganado, pero no es nada fácil.
¡Cómo les encanta mojonearse con naderías! Y así se escapa la lavida y así se viene la muerte, tan callando…
Me encanta Joel Meyerowitz